El 26 de diciembre de hace 53 años Stratford-upon-Avon contemplaba el nacimiento de una de las figuras más destacadas de la reciente Fórmula 1. Adrian Newey lloraba por primera vez en brazos de su madre.Aquellas lágrimas del recién nacido se han ido convirtiendo en gotas de genialidad y en llanto de alegría por los logros conseguidos.
El camino de rosas iniciado en 2010 y coronado está temporada parece haber dejado de florecer, al menos hasta ahora. El cambio de normativa para 2012 hacen que Newey esté preocupado, y lo que es más importante, retrasado en el desarrollo de RB8. Las primeras filtraciones desde la fábrica de Red Bull apuntan a un prototipo rápido y con gran carga aerodinámica, virtudes muy similares a las de sus predecesores.
El problema es que Newey ha tardado en encontrar el camino y ahora Red Bull trabaja contrarreloj. Mientras la mayoría de escuderías importantes anuncia que participarán en los primeros test de pretemporada en Jerez con sus nuevas máquinas, en Milton Keynes se guarda silencio. Nadie allí se atreve a asegurar que el RB8 llegará a tiempo para el debut, aunque con un genio como Newey todo puede pasar.